El poeta con placa de carro: X-504
El Nadaísmo, la rebeldía bohemia convertida en colectivo, los encargados de despeinar a los viejos con sus escritos y sus estilos de vida, símbolos de una generación fugaz de escritores que marcaron a las letras colombianas y, muy especialmente, a la juventud –sin importar de cual época–; los europeos tuvieron a Tristán Tzara, Man Ray y su Dadá y nosotros, con unas vanguardias muy diferentes, al Nadaísmo, a Gonzalo Arango –casi aclamado como a un profeta– y al solitario y misterioso Jaime Jaramillo Escobar, el ilustre señor que se esconde bajo unos dígitos y al mismo tiempo obtiene su reconocimiento.
X-504, el hombre que habla de las maravillas de Porfirio Barba-Jacob, del río Magdalena, de sus compañeros poetas y la mamá negra; Jaramillo Escobar con su voz jadeante al recitar Alheña y Azúmbar devela los secretos de su negra, habla de la fruta madura y la desnudez honesta que no alcanza una mujer blanca, mientras el público asistente ríe con él, este es el poeta misterioso que ahora da talleres de poesía en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín y escribe libros como Método fácil y rápido para ser poeta que le ha publicado una Universidad y que además autografía como invitado en Ferias del Libro.
Sus recorridos por pueblos y ciudades colombianas, sus diferentes empleos, las enfermedades que adquirió, todas hacen parte de un poema, ser poeta no se logra con rapidez, él sabe que miente con su título, de otro modo, no sería capaz de decir:
Mientras muevo mi mano en su interior para amansar el poema, os voy diciendo, oh señores: no leáis poemas pesados, ni ásperos. El poema tiene que ser flexible, escurridizo, ondulante, con un cuerpo frío que os estremezca y en la cabeza una boca capaz de haceros cualquier cosa.
Una poesía repleta de calma y lentitud, de lugares comunes a los hombres de la multitud, un manejo del lenguaje que lo aleja de la pomposidad pero que logra que transmita que el poeta es un elegido, un dador de problemas y un solucionador de los mismos y de otros diferente, un debelador de misterios, ya que, el poeta es el que no deja de pensar en lo que está oculto y sigue su camino para descubrirlo
