El hombre sin derecho a elegir. María de Jorge Isaacs.

Daniela Mesa Cardona
3 min readFeb 26, 2023

Existe una dinámica jerárquica clara en María, representada en una figura piramidal que va desde el Señor dueño de la Hacienda y administrador principal de todos los recursos de la misma, su esposa encargada del hogar y su bienestar, los criados asistentes hasta los esclavos trabajadores, así, el trato viene dado desde el nivel superior y se dispone de manera descendente, siendo casi todos considerados políticamente iguales, con unas limitantes, a excepción de los esclavos, de esta forma, se establece una diferencia entre la servidumbre libre y la servidumbre dominada. La servidumbre trabajadora de la Hacienda está compuesta por negros que son cuidados y mantenidos por el padre de Efraín en su totalidad, desde la idealización de un hombre sin libertad de derechos se teje una visión paraleliza de superioridad e inferioridad, una relación casi dialéctica pues no es equilibrada en ninguna medida, una relación cosificadora y de dominio. El esclavo pareciendo no tener ninguna salida a su vida recibe con afecto los trazos de benevolencia del amo, desde la novela no se da una visión negativa de esta relación, por el contrario más, se muestra que por parte del primero se debe demostrar gratitud por la vida que le es permitida llevar. Así, aunque la novela se sitúe en un lugar histórico y temporalmente en donde la esclavitud o mejor dicho, la importación de esclavos había sido abolida en las tierras granadinas por leyes establecidas en 1821 parece no haber existencia de ello en la misma.

Los ejemplos de esto se ven en el completo dominio de las relaciones interpersonales, de carácter afectivo y sexual que pueden tener los negros entre sí, la entrega de su tradición y, en ocasiones, de su vida anterior como hombres libres. Las emociones también se encuentran monopolizadas, la alegría, es una de ellas, Efraín en la primera visita que relatan en la novela describe una atmósfera de respeto y afecto hacia ellos, una celebración de bodas que incluye aspectos de la tradición ancestral negra con la religión cristiana profesada por los dueños, allí, en este ambiente festivo pero con la limitación un poco latente de la presencia de la autoridad, el muchacho dirá que aquellos hombres y mujeres eran felices hasta el grado en que era posible para ellos hacerlo en su condición.

Sucede un caso parecido con Nay, la nodriza de María, la esclava libre, en su caso, pasa de estar en la cúspide de la pirámide jerárquica en África, su país natal, como soberana a ser una esclava en un lugar muy lejano al hogar que nunca volverá a ver. Nay es llevada de un lado a otro con el propósito de destinarla a labores de esclava que difieren de su condición de hija privilegiada de un mandatario muerto al momento de su captura; su historia trágica es evocada por Efraín como una historia fantástica, Nay venía de tierras de princesas y montañas, una mujer extraña y diferente a lo que era Feliciana, no sólo su nuevo nombre sino también su nueva identidad, madre de Juan Ángel, hijo huérfano de un esclavo europeo cautivo, primero por los africanos, luego por los europeos, del cual no se volverá a tener historia, así, separada de su amor, es dada a la familia de Efraín, cambiada por un puñado de oro y entregada como producto por la legalidad de un papel de dominio como aya para la pequeña María, todo esto por su ruego para que no hicieran esclavo a su hijo o prometería ahogaría. Feliciana, una mujer libre pero sin la capacidad de elegir realmente está destinada ahora a pertenecer a la relación de dominio de Efraín y su padre.

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